Buenos Aires
Estado(s) de ánimo
PECCI CAROU /
Curaduría
Texto por Nancy Rojas
May. 10, 2024 — Jun. 26, 2024
Acerca de la exhibición
Hay emociones que proliferan en el desorden, emergen sorpresivamente de lo inesperado. Son, estas emociones, las que le devuelven vulnerabilidad a nuestros cuerpos y los alejan en forma definitiva del vicio contemporáneo de subir y bajar simulando estabilidad y prosperidad.
Son, estas emociones, más afines a la caída, al revoloteo y también al motín, paradigma de las manifestaciones y de la resistencia. Asimismo, estas emociones, diversifican la experimentación de la sexualidad, hilvanan sentidos raros e imprecisos al mismo tiempo que nos protegen de la monotonía, del instinto capitalista de perfección. Nos hacen insumisas, evasoras de la canonicidad modernista, y forman parte de la dimensión colectiva hacedora de lo social constituyendo la zona más franca de una política de Estado. Por supuesto que
sólo en los momentos en que éste es capaz de consolidarse como un Estado presente.
La obra de Fátima Pecci Carou forma parte de aquellas avanzadas micropolíticas del arte que le han dado un lugar trascendental a lo emocional como fuerza de producción de la economía inmaterial y como esencia de la matriz intelectual de la cultura, al reparar en la consigna feminista y queer de que sin emociones no hay pensamiento crítico.
Estados de ánimo, la primera exposición de la artista en Cott Gallery, reúne una serie de obras que disponen a la pintura a una batalla entre ornamento absurdo y delicadeza narrativa, entre temporalidades marginales, anacrónicas, y temporalidades fragmentarias y modeladoras del presente.
Algunas de sus pinturas están plasmadas en banderines que evocan los modos de circulación popular de las imágenes, y otras están realizadas sobre soportes de formas curvas que remiten a antiguos mobiliarios. Representan, todas ellas, escenas oníricas que se desarrollan en entornos biodiversos, como bosques, selvas y desiertos.
Como en la mayoría de sus obras, las protagonistas son mujeres. Ellas yacen sobre el suelo o parecen estar flotando, levitando, haber sido arrojadas al caos o haber sido atraídas bruscamente por el viento. Entablan una comunión erótica con la naturaleza. En ese plano, se adscriben a la concepción de la naturaleza como un lugar común, de complicidad, suprimiendo cualquier connotación de orden extractivista. Son mujeres, casi todas sin ropa, que aunque alimentan la mirada romántica de la intemperie logran advertir fatídicamente los
porvenires de la crisis ambiental.
La destreza fantasmagórica de algunas figuras y la repetición de rostros que desde el cielo nos observan envuelven a esta secuencia de obras en una atmósfera indicadora de la colaboración. Así, el conjunto encarna la hipótesis de la existencia de un estado de ánimo generalizado, o de estados de ánimo compartidos. Es que, como señala Sara Ahmed, “un temple de ánimo es más bien como una atmósfera: no es que una persona nos contagie unsentimiento, sino que estamos inmersos en sentimientos que no son nuestros”.
Además de recrear este temple o ambiente, estos óleos abogan por el rescate de relatos socialmente dolorosos, aunque en apariencia superados. El instinto de re-ficcionalización de la artista es también un gesto sanador que tensiona con la realidad circundante, si consideramos los ataques que siguen sufriendo las mujeres y disidencias sexo-genéricas.
Sentado y con la banda argentina sobre sus piernas, el personaje de La cautiva reflota las heridas abiertas de la historia nacional, asociadas a aquellos episodios violentos implicados en la Conquista del Desierto. Fátima re-imagina esta figura mítica llevándola a un estadio inicial. Nos hace creer que lo que la cautiva le susurra al espejo, y a través de él a nosotras mismas, es que el futuro aún no está totalmente escrito, que como sociedad tenemos la posibilidad de cambiarlo todo.