Buenos Aires
El desvelo de Eros
PECCI CAROU /
Curaduría
Andrea Giunta & Danila Desireé Nieto
Nov. 27, 2025 — Mar. 7, 2026
Acerca de la exhibición
¿Qué sucede con el amor en tiempos en los que parece dominar la crueldad? Habitamos un presente convulsivo en el que la sensibilidad social se convierte en botín: proliferan especialistas en manipulación emocional y campañas de desinformación que operan a través de bots para vender servicios a la política. A la par, un vocabulario nuevo inunda el lenguaje que media en las relaciones sociales, en los encuentros, en el deseo del acercamiento ocasional o de un amor estable. En este paisaje incierto, los afectos se agitan.
Tinder, OkCupid, Bumble, Grindr son algunos de los espacios virtuales para el primer encuentro. Estas apps de citas introdujeron un glosario anglófono que sustituyó los modismos locales: ghosteo, match, swipe. Extraño que las relaciones amorosas de los argentinos hayan adoptado un vocabulario que deja atrás palabras como “chapar”, “apretar”, “tranzar”, “berretín”, “calentar”. Ahora el emoji enamora y el ghosteo decepciona. Sin epidermis, proliferan las “fiestas del roce” como intento de recuperar el cuerpo. Pero, nos preguntamos ¿dónde quedan los afectos? ¿Puede nacer un enamoramiento en esta economía de la permanente disponibilidad?
Fátima Pecci Carou propone una etnografía emocional de experiencias que exceden lo autobiográfico y atraviesan generaciones. Las formas del encuentro y del amor se transformaron junto a sus tecnologías: en sus pinturas, la artista trabaja con la materia plástica el universo excitante y frustrante de los nuevos -y persistentes- modos del erotismo, el amor y la decepción. Amamos, esperamos, sufrimos; nada nuevo, pero profundamente distinto. Porque las redes devastan allí donde la neurosis ataca.
Desde la aparición del “like” en 2010, ese gesto mínimo y sobre interpretado, se han trastocado las reglas de los vínculos reales produciendo sueños diurnos y pesadillas recurrentes. A la vez, la irrupción de la marea feminista del Ni Una Menos en 2015 instaló la revisión y la renegociación crítica de las relaciones sexoafectivas. La monogamia, la familia heterosexual, la pareja estable estallan, y se discuten políticamente los pactos, el consentimiento, los cuidados y la redistribución de responsabilidades. El sexo se vuelve un eslabón del poder, un territorio en el que se disputan tiempos, agencias, límites y deseos.
En un recorrido vital, y a la par de estas transformaciones epocales, Fátima atravesó el derrotero de la familia tradicional al miedo a la soledad, las citas digitales, la vida de los encuentros desde las apps. Ahora el swipe despliega personas en su vida como un supermercado infinito: cataloga, ordena, descarta. En esa hiperabundancia, todo parece reemplazable. En las apps se gestan intercambios intensos e ideales, ficciones afectivas que se derrumban en el contacto con lo real. Incluso sin llegar al encuentro real, los vínculos se sostienen en el universo digital, se tensan y se desvanecen sin protocolos. Pero el velo se cae; ghosting: desaparecer, ser borradx.
¿Buscar pareja es como buscar departamento o empleo? ¿encontrar el amor se ha vuelto una ocupación?, se pregunta Alexandra Cohen. Como en los concursos, ¿tenemos que esperar a ser elegidxs? ¿es nuestra única opción estar en el mercado líquido de las pantallas? ¿cómo nos construimos, cómo deconstruimos? El feminismo produjo certezas, pero las feministas también sufren. Cuando nos ghostean, ¿cómo volver a confiar? La vulnerabilidad genera dudas y ansiedad. ¿Vamos a seguir cogiendo? ¿podemos formar una familia desde las citas casuales? ¿existen aún los vínculos estables?
Las obras de Fátima, leídas como narrativa, podrían seguir los tiempos del amor y del desamor y generar más preguntas que certezas: expectativa, imaginación, swipeo, aislamiento, placer del tiempo propio, enamoramiento y decepción, sexo y furia, cuidado y subordinación, tristeza y desborde. En sus pinturas estallan los binarismos y los relatos lineales; cuerpos y besos se mezclan, fragmentan y recomponen. Los afectos se traducen en lenguaje pictórico. Las imágenes borrosas imprimen un timbre onírico que convoca la fantasía y el recuerdo (ecos de porcelana china, el hundimiento en un sofá, la cercanía distante de un ascensor).
En las imágenes procesadas por inteligencia artificial sedimentan el manga, el animé, pero la condición pictórica interfiere la ilustración. Por momentos nebulosas, estas representaciones invocan el recuerdo de encuentros y desencuentros. Los rostros despersonalizados evocan la pantalla y el algoritmo que pautan, mediatizan, serializan y fragmentan. ¿Cómo construimos nuestros afectos y nuestros recuerdos? Las pinturas de Fátima se activan como espejos de emociones en las que nos reconocemos. Una zona de la exposición nos sumerge en la fricción de los cuerpos desnudos. Las cerámicas intensifican lo íntimo, dando volumen a la caricia, la pulsión y la vulnerabilidad de lo cercano. Las manos modelan como la pincelada acaricia las superficies de las telas. También resuenan los episodios de vigilancia social sobre las correctas demostraciones de afecto: en 2019, un beso entre mujeres en Constitución terminó en detención.
¿Cómo funciona la fantasía en tiempos de odios y crueldades arbitrarias? ¿Cómo se activa el erotismo en la negociación continua entre miedos, autoafirmación y tensiones de poder? En la cultura de las redes, ¿estamos las mujeres en el lugar de sujetos colonizados y carentes, asediadas por las culpas, por la amenaza de la soledad? ¿O estos sentimientos se han generalizado y cruzan todas las identidades, todas las formas de relacionarse? ¿Es posible construir relaciones justas desde las lógicas que imponen las plataformas? ¿podemos reconocernos como sujetos feministas autónomos en escenarios donde todo se mide, se exhibe y se reemplaza?
El feminismo obturó el modelo del sacrificio, pero parece haber triunfado el del individualismo. ¿Tenemos que evitar los crushes, los enamoramientos? Las redes producen fatiga emocional, estados de heterofatalismo y heteropesimismo, argumenta Tamara Tenembaum. La libertad sexual enarbolada por la agenda del feminismo de los años sesenta y setenta se ha vuelto funcional al mercado. El amor contemporáneo ha instalado un régimen de incertidumbre, sostiene Eva Illouz. Frente al mandato de disponibilidad, emergen resistencias: single, volcel, prácticas autónomas, modos de retirarse del ruido.
No sorprende que las monjas estén de moda. Ante la exposición y la vulnerabilidad de las relaciones podemos apartarnos del mundo de las pasiones. En su aparente retiro, estas mujeres buscaron autonomía. Burlaron reglas, vivieron sin esposos ni hijos, escribieron en su cuarto propio, pensaron, elaboraron otras sexualidades. De la sabiduría del convento en Las hijas de Felipe a las aventuras de la monja Alférez de Gabriela Cabezón Cámara, o la santidad-pop de Rosalía en Lux, conviven mística, ironía y empoderamiento monacal. “Sé desaparecer. Cuando tú vienes es cuando me voy” canta la catalana en Berghain. Incluso Moria Casán aporta su pedagogía del placer autónomo. ¿Puede el misticismo responder al hartazgo de un mundo capitalista y patriarcal que mercantiliza cuerpos y afectos, o es tan solo otra fantasía para escapar del mandato de la hiperconexión?
El blog de Fátima (https://fatimapeccicarou.com/El-trabajo-de-buscar-ser-elegida) funciona como un refugio, pero también como un laboratorio de pensamiento emocional, un campo intermedio entre la obra, el diario y el manifiesto. Un territorio desde el cual lanzar muchas de estas preguntas específicas que la acechan y desvelan. Que nos acechan y desvelan. Una escritura afectiva, feminista, en la que se cruzan arte, erotismo y política.
Pero en este caso se trata mayoritariamente de pinturas; con todo lo que implica la insistencia del acto de pintar, de acariciar con el pelo y el color la superficie de la tela, de diluir los límites, de dejar la huella de la humedad del pigmento en superposiciones que se funden en cada pincelada. La pintura vela y desvela. Cubre y revela. Quizás no haya forma más sensual, más precisa y más afín para formular las preguntas con las que hoy Eros nos atraviesa, en su encantadora, insistente y traviesa puntería.
Andrea Giunta y Danila Desireé Nieto
Buenos Aires, 27 de Noviembre 2025