Prensa
Lúdica, la mirada de la artista argentina de 67 años se despliega en tres plantas del MACBA. Un poncho de cápsulas de café y una joya de corchos de champagne, en una antología desde los 90 hasta hoy.
por Gabriel Palumbo
30/12/2022
La obra no es muy grande. No llega al metro por lado, está hecha con materiales simples y su magnetismo es, al menos al principio, tan inexplicable como obligatorio. La combinación de la serie numérica con una paleta de colores diluida por el paso del tiempo y la composición dual podría ser una razón, pero no alcanza a explicarlo.
Como en toda la obra de María Silvia Corcuera, que tiene la habilidad de vincular lo pictórico con la realidad sociopolítica, la ganancia del espectador está en mirar y pensar. Detenerse, contemplar, y dejar que la obra le dicte las asociaciones, los posibles diálogos, las interacciones. La obra no necesita siquiera de un título. Sí está inscripta en una serie, llamada “La ciudad de los días contados”. Allí empieza a despejarse un poco la incógnita, se puede empezar a adivinar el hilo de Ariadna que resolverá en parte el enigma. La obra está realizada con fichas de marcación del ferrocarril, pequeños cuadrados de madera coloreada con un número indicativo. Corcuera arma con ellas un marco para un collage de cartón con reminiscencias concretas en donde planos de una geometría caprichosa forman una figura que asemeja un barco, o un edificio, o una ciudad. El trabajo fue realizado entre 1999 y 2000, tiempos convulsos, y opera entre la metáfora y la alegoría. Profundamente política, la hipnótica obra se revela al espectador como un manifiesto de época. Un informe de situación que, con mucha información estetizada permite imaginar el porvenir desde el relato duro del presente.