“Fulgor”
(el secreto del arcoiris)

Mantas de material sintético diseñado para proteger dispositivos de vuelos espaciales de la radiación Cósmica, envuelven un secreto: recubren lo que parentan ser obras de arte con sus respectivos marcos y formatos. No tenemos referencias de ellas más que por sus topografías, finamente calcadas por el material dorado.

Fulgor, la obra de César Núñez resulta de la sumatoria de estas obras protegidas por un material que a su vez evoca al oro, mineral precioso / patrón simbólico por antonomasia del valor monetario de casi todas las cosas.

La operación cuestiona varios de los paradigmas vigentes en el sistema de valores que mueve la rueda del mercado del arte contemporáneo. Pero sobre todo al más ominoso: Aquel que marca el valor de mercado de cada obra, escindiéndolo casi totalmente de su valor intrínseco, siempre más cercano al arte que al dinero.

Con esta operación Núñez protege y oculta.
Su acto es generoso y mezquino a la vez.
Su gesto no es nuevo: ¿Acaso las obras que integran algunas colecciones más opulentas del planeta no están celosamente guardadas y su exhibición negada a la mirada de las personas? En ese caso, en función de un resguardo, se ha negado una parte vital que complementa el sentido de toda obra: Ese diálogo / puente que cierra un circuito con la mirada de un otro. En el caso de Núñez, la superficie que protege es a la vez, obra, espejo y pregunta.
Esa negación es su sentido. Y a la vez nos interpela. Pone el punctum sobre nuestra apreciación y el valor que asignamos a lo que apreciamos.

En un futuro no muy lejano, cuando cesen las tormentas radioactivas ¿acaso no serán estas obras envueltas y protegidas el tesoro secreto que relucirá a los pies de un arcoíris, en un planeta cada vez más cercano a su estallido?

Gabriel Valansi